Claves para transformar la violencia de género en una convivencia de respeto e igualdad

Claves para transformar la violencia de género en una convivencia de respeto e igualdad

Violencia de GéneroSoy una persona empática y sensible, y además mujer, por eso me duele profundamente todas las formas de violencia, ya sea psicológica, física o sexual, que cualquier hombre pueda ejercer hacia una mujer, y especialmente, los viles asesinatos como los que se producen en nuestro país con tan alarmante frecuencia. Por eso, en este post, me he propuesto dar una visión, desde mi perspectiva como coach y experta en Inteligencia Emocional, sobre las claves para transformar la violencia de género en una convivencia de respeto e igualdad.

En primer lugar, cabe definir a la llamada violencia de género, o machista, como la manifestación de comportamientos agresivos que tiene el hombre frente a la mujer en el contexto de las relaciones de pareja. Y aparte de otras causas más profundas (comunes con cualquier otro tipo de violencia interpersonal) que luego citaré, esta particular violencia de género, se produce por conductas basadas en una relación de poder y de fuerza desigual que ejerce el hombre sobre la mujer.

También me duele comprobar que esta violencia se manifiesta igualmente y de la misma manera en parejas muy jóvenes, pues esto indica que no se ha roto la transmisión generacional a pesar de la mayor conciencia social sobre el problema y de las medidas que se han ido emprendiendo desde la administración pública, y de la persistente labor que vienen desempeñando en este sentido las diferentes asociaciones de mujeres.

Por ello, cabe preguntarse por qué, después de tantos años de trabajo en este problema, todavía se sigue produciendo tanta violencia de género. Y una explicación simple y real, es porque estamos en un círculo vicioso que es muy difícil de romper, aunque no imposible!.

Y ¿cómo comenzar a romper este círculo vicioso que parece perpetuarse sin final? Primero entendiendo las causas, pues no es posible cambiar lo que no se conoce. Así que vamos a la raíz de todo y empecemos por el principio del principio.

Toda relación de desigualdad y más en concreto de maltrato físico o psicológico, se gesta desde la más tierna infancia, a través de la imitación de nuestros modelos parentales o de las figuras de referencia. Por otra parte, la violencia de género está directamente relacionada con las relaciones de dependencia emocional, y esta a su vez, con el bajo nivel de autoestima que tienen las mujeres (y también los hombres) que tienen relaciones de codependencia.

Y, si terminar con una relación amorosa de dependencia es algo muy difícil, incluso cuando se sabe que es perjudicial para uno mismo, todavía es mucho más difícil evitar, o no iniciar, una relación de dependencia cuando uno no es ni consciente de lo que le ocurre, o si lo es, no sabe como cambiarlo.

El filósofo y terapeuta Howard M. Halpern, en su libro Como romper con su adicción a una persona, dice: “[…] Me estoy refiriendo a relaciones que carecen de forma crónica de lo que uno o ambos componentes necesitan y desean, ya sea amor, ternura, sexualidad, estímulo, honestidad, respeto o apoyo emocional.

En algunos casos, me refiero a relaciones que son terrenos baldíos de vacío, separación, soledad y pérdida. Y en otros casos, estoy hablando de relaciones que son campos de batalla de odio, ira y abuso.”

Y en este sentido, entiendo que el primer paso, es lo que ya se viene haciendo desde hace tiempo por parte de diferentes organismos de la administración y de algunas asociaciones, es decir, ayudar a todas las mujeres que están atrapadas en relaciones perjudiciales y de alto riesgo, y que no desean seguir en esa situación. Pero obviamente, no nos podemos quedar aquí, pues esto es como dar peces a quien tiene hambre, pero sin enseñarle a pescar. Con estas actuaciones, en realidad, solo se pone remedio a los efectos de una tragedia que sigue gestándose y alimentándose en el corazón de una sociedad enferma de la que todos formamos parte; una sociedad cuyo analfabetismo emocional nos impide vivir en armonía, en igualdad, en paz, en respeto, en amor…

Y la solución tampoco pasa por endurecer las acciones punitivas contra los agresores, ya que la tozuda realidad demuestra que la violencia se sigue cometiendo de igual manera. Un ejemplo extremo de esto, es que, ni siquiera en los países en los que se corta las manos al ladrón, se consigue evitar que otros ladrones sigan robando.

Como coach y experta en Inteligencia Emocional, considero que es fundamental dar una alta prioridad a la labor preventiva y educativa mediante programas de Inteligencia Emocional dirigidos a parejas, padres, madres, educadores, juventud… y, general, a todas las personas que son o van a ser transmisores o/y modelos de comportamientos.

Aunque, en realidad, pienso que esta labor educativa en Inteligencia Emocional debería facilitarse a todos quienes formamos parte de la sociedad, pues entre todos construimos la sociedad en la que vivimos, y todos, en mayor o en menor medida, tenemos heridas y veneno emocional heredado, que no sabemos cómo gestionar y que, a su vez, si no lo sanamos, seguiremos transmitiendo a las generaciones venideras.

Precisamente, en el día en que he comenzado a escribir este artículo, escucho la noticia de que en la ciudad de Burgos una persona ha fallecido y tres han resultado heridas por arma blanca en una reyerta ocurrida, al parecer, por temas laborales entre el encargado de un almacén y dos de sus trabajadores. La violencia, lamentablemente, no es solo cuestión de género hacia la mujer, pues, es algo que atañe y concierne a todos los seres humanos de cualquier sexo, edad y cultura; aunque, está comprobado que son los hombres quienes mayoritariamente tienden a utilizarla como modo de resolver sus conflictos.

Por tanto, lo que propongo es una transformación profunda, que ha de realizarse con un cambio de aptitud y de actitud que se produzca desde dentro de la propia persona hacia fuera. Esta es la única manera de propiciar la construcción de una sociedad donde valores como respeto, confianza, paz, ternura, libertad, armonía, paciencia, flexibilidad, y tantos otros… sean la base para crear una convivencia de igualdad entre cualquier ser humano. Y así, sanando la autoestima, mejorando la seguridad y confianza interior, aprendiendo a poner límites de forma asertiva, y manejando pacíficamente los conflictos interpersonales, podamos generar relaciones de interdependencia (no de codependencia) y lleguemos a acuerdos en los que todos ganemos (el famoso “Ganar-Ganar).

Así que, como la sociedad no cambia de la noche a la mañana, si realmente queremos erradicar la violencia de género (y cualquier otro tipo de violencia), todas las personas que formamos parte de esta sociedad, tenemos la responsabilidad de aprender nuevos comportamientos, nuevas formas de gestionar y expresar nuestras emociones, para que con la repetición y la repetición, pueda llegar todo a hacerse casi innato y genéticamente transmisible. No hay duda de que, si los hijos (los niños) crecen en un ambiente nutritivo, de amor, donde se les reconoce y valora por sí mismos, y además, pueden ver que hombres y mujeres se respetan y ocupan un mismo lugar, entonces crecerán más sanos mental y emocionalmente, y, de esta forma, ellos también serán transmisores de un modelo personal y social que va a llevar a la igualdad, a la libertad y al respeto entre todos los seres humanos.

Por ello, desde este modesto artículo, me gustaría proponer a todos los Stop Violenciapartidos políticos, a la Administración y poderes públicos, a todas las asociaciones de mujeres (y otras asociaciones sensibles a este problema), y a quien tenga poder y medios para hacerlo, y también para exigirlo, que, si realmente la sociedad demanda una erradicación de la violencia interpersonal, se empiece a trabajar por poner medios y recursos para que la educación en Inteligencia Emocional sea una realidad, desde los parvularios hasta la universidad, y desde las escuelas de padres, hasta los propios centros de trabajo. Inteligencia Emocional para todos, porque todos la necesitamos para poder cocrear una sociedad en la que cualquier conflicto interpersonal pueda resolverse de forma amistosa, pacífica y justa.

Me gustaría que este artículo sirviera para que todos tomemos conciencia de que nunca habrá manera de acabar con esta tragedia de la violencia de género que nos azota casi a diario, mientras no la abordemos desde un contexto más amplio y profundo, es decir, en el de la violencia interpersonal, con toda su complejidad, y con las soluciones que ya he mencionado. Y de poco servirán todas esas manos moradas en las redes sociales, ni las multitudinarias manifestaciones de protesta, pues no pasarán de ser simples gestos de indignación y de solidaridad llenos de buenas intenciones, que, sin embargo, a quien ejerce la violencia de género le traen al pairo, o incluso desprecia; y a quien tiene el poder de poner los medios para comenzar a alfabetizar emocionalmente a las personas, es decir, al gobierno de turno, ni siquiera se siente concernido y obligado a ello, puesto que por parte de las asociaciones promotoras de este activismo, ni siquiera existe el conocimiento de la solución real a esta tragedia, y por ende, ni siquiera forma parte de sus reivindicaciones.

Yo sola no puedo cambiar la sociedad de hoy, pero quiero ser una parte activa para cambiar la de mañana, la de mis hijos, la de los tuyos. ¿Cómo? desde mi modesta aportación, reafirmándome en que educando en Inteligencia Emocional a todos los seres humanos, podemos sembrar la semilla necesaria e imprescindible para construir la clase de sociedad en la que a todos nos gustaría vivir.

Para cerrar este artículo os dejo un poema de Phil Bosmans, que me parece muy apropiado:

CAMBIAR EL MUNDO

La mayoría de las personas pretenden cambiar el mundo sin cambiar ellas
Los otros han de cambiar
Los de arriba, dicen los de abajo
Los de abajo, dicen los de arriba
Los hombres, dicen las mujeres
Las mujeres, dicen los hombres
Y comenzamos a intimidar y a presionar
Difícilmente comprendemos que nadie tiene derecho a obligar a cambiar a los demás.
Sólo convicción, solo entendimiento, solo la amistad pueden hacerlos cambiar.
Quien pretende cambiar con violencia a los seres humanos es un dictador
El hombre es el único ser que tiene capacidad de cambiarse a sí mismo
Sólo así cambiará el modo y la manera del humano y común vivir
Las estructuras sociales no se pueden cambiar solas
Las hacen los hombres
Los hombres las sostienen y las soportan
Si no cambian los hombres nada cambiará

¿Cambiar el mundo? Empezaré ahora mismo…. ¡por mí! (- Phil Bosmans)

Esther Alonso , Coach Personal y Profesional

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