Aldara Sinma (Estilista)

Aldara Sinma (Estilista)

Aldara Sinma (Estilista)
09/10/2017
    

Decidí ponerme en manos de Esther porque, con las referencias que tenía de ella, estaba absolutamente convencida de que con su ayuda y todo lo que yo pusiese de mi parte lo conseguiría, y no me equivoqué.

El principal motivo que me llevó a ella era mi falta de autonomía. Con mis 32 años era incapaz de viajar sola ni con nadie que no fueran mis padres. Así que, mi reto principal era, por un lado, montar en avión; y también, viajar sola, sin importar en qué medio de transporte, y lo conseguí, vaya que sí. Y, por otra parte, como segundo objetivo, también quería mejorar la manera de afrontar mis problemas personales, de manera que cada vez que me tocase lidiar con alguno, supiese gestionar mis ataques de ira y pérdida de control sobre mí misma.

Tras un proceso de Coaching y otras terapias con Esther, al fin, pude hacer mi primer viaje en avión. Primero acompañada por familiares (lo cual, para mí era algo IMPENSABLE en el pasado. Para mi sorpresa me encantó la experiencia y tanto fue así que repetí. Mi siguiente viaje fue acompañada de nuevo por familiares, igualmente fue genial. Pero decidí ir un poco más lejos, y el siguiente viaje en avión (al extranjero) lo haría con una amiga, a la que nunca había visto, pues simplemente manteníamos una muy buena amistad a través de una red social. En esta ocasión sí que tengo que decir que no me hacía especial ilusión, pues me daba la sensación de que me estaba viniendo muy arriba. Pero, aún con esa sensación, cogí un autobús yo solita y me planté en Barajas. Y también, fue un viaje genial, tanto el de ida como de vuelta.

Al parecer esto funciona como las pipas, cuando comes una ya no puedes parar. Y así fue, mi siguiente viaje, no fue en avión, fue en coche con mi sobrina, nos fuimos a Madrid a un concierto. Después de muchos años e interminables pensamientos de «no puedo, jamás lo conseguiré, soy rara, nunca seré autónoma, no tengo valor…” me estaba dando cuenta de que había empezado a vivir, a no ser una esclava de mí misma. Y, por este motivo, decidí ponerle la guinda al pastel.

En el mes de diciembre de este pasado año (2016), decidí irme a Dinamarca, sola, sin amigos, sin familia… Cogí un bus, me dejó en el aeropuerto y después de una hora de retraso de avión embarqué, ¿que si lo pase mal? NO, al contrario, nunca me había sentido tan LIBRE. Estuve 3 día en Copenague, y si a eso le sumamos la dificultad del idioma, me defendí bastante bien (aún no hace un año que retomé el inglés para poder ser más independiente). Fue estupendo, genial, me sentí tan bien… Pasaron esos 3 días de vacaciones y me volví. De nuevo un par de horas de retraso de avión, y yo tan contenta. Pasear durante dos horas SOLA por ese aeropuerto me encantó, me gustó disfrutar de la compañía de mí misma, conocerme un poco más y descubrir cuantas cosas sé hacer yo sola y descubrir que me gusto, que no me desprecio, que puedo!.

Y en cuanto a mi humor, mi “arranque” cuando vienen mal dadas, hace tanto que ya no me pasa, que ni me acuerdo de lo que es ni lo echo de menos. Los problemas se arreglan igualmente, y mucho mejor, inundada de paz en ti misma que sacando el genio a pasear, así que me encuentro muy tranquila. En cuanto a mi zona de confort, creo que la he abandonado ya hace mucho tiempo.