Cómo evitar o cómo salir de una DEPRESIÓN mediante el uso de la INTELIGENCIA EMOCIONAL

Cómo evitar o cómo salir de una DEPRESIÓN mediante el uso de la INTELIGENCIA EMOCIONAL

La emoción de la Tristeza

«No te preocupes si te sientes triste de vez en cuando, es la manera que tiene la Naturaleza de decirte que descanses y reflexiones» Chin-Ning Chu

Dicen que no se puede cambiar lo que no se conoce, por tanto si queremos cambiar algo en nuestra vida, lo primero que debemos hacer es conocer bien eso que nos proponemos cambiar. Por la misma regla, para evitar entrar en una depresión, o bien para salir de ella, lo primero que necesitamos saber es que una depresión es el desenlace fatal de la emoción de la TRISTEZA cuando, no sólo no se ha sabido procesar, sino que, además, se ha ido alimentando progresiva e intensivamente. Por tanto, vamos a conocer a esta emoción de la Tristeza un poco mejor.  

Desde la óptica de la Inteligencia Emocional, las emociones no son ni buenas ni malas, ni siquiera las llamadas negativas como la tristeza, ya que todas cumplen una función para nuestra supervivencia. Las emociones nos traen un mensaje interno, una información sobre alguna necesidad de nosotros mismos, a fin de que tomemos algún tipo de acción acorde a esa información que nos transmiten.

De esta manera, para que las emociones sean sanas y podamos mantener un equilibrio interior, deben ser intensas y breves, y precisamente, cuando quedamos atrapados en ellas y no se gestionan adecuadamente, es cuando se pueden transformar en enfermedades (físicas y anímicas). En el caso que nos ocupa, cuando nos quedamos atrapados en la emoción de la TRISTEZA, y no la sabemos procesar, se puede terminar enquistando y dando lugar a una depresión de mayor o menor intensidad.

¿Cómo reconocer y gestionar adecuadamente la tristeza?

 Primero hemos de saber que cuando nos sentimos tristes es porque hemos sufrido algún tipo de pérdida sobre algo o alguien que es importante para nosotros, o también cuando no conseguimos algo que deseábamos. Entonces nos sentimos desanimados, sin fuerzas ni ganas de hacer nada, y según el caso, nos recluimos en silencio, cabizbajos, lloramos, y a veces hasta tenemos ganas de desaparecer… Esta es la manera que tiene nuestro cuerpo de comunicarnos que debemos descansar, recuperarnos y reflexionar, para luego actuar.

Si, en vez de hacer esto, nos quedamos bloqueados en este desánimo, lamentando continuamente nuestra pérdida (o la pena por lo que no podemos conseguir), y además lo alimentamos con pensamientos limitantes y destructivos sobre nosotros mismos y nuestras capacidades, entonces nos iremos metiendo en un hoyo cada vez más grande, e iremos perdiendo toda capacidad de reacción. El resultado, una depresión!

Por tanto, la manera de gestionar esa pérdida que hemos sufrido y que nos produce la emoción de la tristeza, consiste en dos fases: una de aceptación y otra de pro-acción (o preparación para la acción).

La fase de aceptación es la fase de duelo que, según el caso y la persona, tiene su propio ciclo. Por ejemplo, no es lo mismo perder a un ser muy querido, que perder un teléfono que nos gusta, por muy útil que este sea para nosotros. Ambas situaciones son pérdidas, pero no son equiparables de ninguna manera y, por tanto, el duelo que experimentemos, es decir, la fase de aceptación de la pérdida de cada una de ellas, tendrá una duración diferente.

Una vez, reconocida, experimentada e identificada a “nuestra” tristeza, el duelo termina cuando terminamos por aceptar esa pérdida, es decir, cuando pasamos de preguntarnos “¿por qué a mí?” a preguntarnos a “¿cómo puedo salir de esto o cómo puedo solucionarlo?”. Y a partir de ahí, es cuando comienza la segunda fase, la de pro-acción, es decir, cuando dejamos de sentirnos víctimas pasivas y comenzamos a tomar un protagonismo responsable sobre la situación. Es cuando tomamos poder sobre nuestra vida y emprendemos una reflexión y búsqueda de soluciones. También es cuando comenzamos a movilizar nuestra energía y nos ponemos en acción para transformar nuestra realidad de forma efectiva.

Resumiendo, para reconocer y gestionar la emoción de la TRISTEZA, necesitamos:

1º) Hacernos estas preguntas: “¿qué he perdido o que no consigo?”, “¿qué realidad necesito aceptar?”

2º) Descansar, recuperarnos, aceptar, recordar otras situaciones difíciles de las que hemos salido anteriormente, también recordar los recursos internos que hemos utilizado en esas ocasiones y que tenemos disponibles, y finalmente, reflexionar para generar soluciones efectivas.

 Por supuesto, no siempre es posible hacer esto por uno mismo y sin ayuda, por ello, es importante contar con el apoyo de personas de nuestro entorno. Y si la situación es más preocupante, recurrir entonces a profesionales que nos faciliten y guíen en este proceso de autoconocimiento y gestión de las emociones.

Lo más importante de todo, y la idea que quiero transmitir en este artículo, es que con el uso de algunas habilidades emocionales y, sobre todo con una aptitud adecuada, se puede gestionar la emoción de la TRISTEZA para que no derive en una depresión o, en su acaso, para salir de ella.

Algo que nos puede ayudar en este proceso es saber que, si bien no podemos tener control sobre nuestra realidad exterior y sobre los sucesos que nos ocurren en la vida, al menos, debemos saber que con ayuda de la Inteligencia Emocional y de otras disciplinas (Coaching, PNL, EFT, etc.), sí podemos tener control sobre nuestra realidad interna, sobre lo que pensamos y sobre como reaccionamos frente a lo que nos ocurre.

Así, con la suma de una aptitud proactiva y de una actitud emocional adecuada, es posible superar los embates de la vida, para fluir con ella, manteniendo nuestro equilibrio interior y un bienestar sostenible.

Si te ha resultado útil este artículo me gustaría que dejaras algún comentario.

Esther Alonso

Coach Personal y Profesional

 

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